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Las principales diferencias entre carnes rojas y blancas

Siempre acostumbramos establecer una gran diferencia respecto a las carnes: carne roja y carne blanca. Más allá del color de la misma, en FitWorld hoy te mostraremos las propiedades de cada una de ellas y ciertos trucos para sacarles mayor provecho a las mismas.

Carne roja

Identificamos por carne roja a aquella que presenta dicho color debido a la alta concentración de mioglobina, ya que suele superar el 1% mientras que en la carne blanca no alcanza el 0,5%. También hay quienes describen la carne roja como aquella derivada de los mamíferos.

Propiedades y beneficios

La carne roja es fuente de proteínas de calidad para nuestro organismo y ofrece cantidades que varían desde un 15 a un 25%.

También puede ser fuente de grasas, sobre todo saturadas si no escogemos las alternativas más magras para consumir, y estos dos nutrientes que son energéticos se acompañan de potasio, fósforo, hierro en cantidades apreciables y vitaminas varias.

Las carnes rojas proveen colesterol en proporciones de entre 80 y 110 mg por cada 100 gramos y poseen a diferencia de las carnes blancas, una mayor cantidad de purinas que en nuestro cuerpo culminan produciendo ácido úrico, un compuesto que en exceso puede significar un factor de riesgo para diferentes enfermedades.

Cuando las consumimos sin excedernos, son una buena manera de garantizar el consumo de hierro de calidad, es decir, nos ayuda a prevenir anemias nutricionales y además, nos brinda ácido fólico y proteínas que favorecen el aprovechamiento de este mineral.

Asimismo, otro beneficio que ofrecen las carnes rojas es la calidad superior de sus proteínas así como su contenido en zinc, ambos factores juntos son determinantes de un buen desarrollo muscular.

¡Cuidado con su exceso!

Si bien la carne roja es un noble alimento siempre y cuando escojamos opciones adecuadas como son las alternativas frescas y más reducidas en grasas (las más magras), su consumo excesivo (más de dos porciones diarias) puede conllevar algunos peligros para nuestra salud.

Concretamente, consumir alrededor de 350 gramos diarios de carne roja se ha asociado a mayor riesgo de sufrir un ACV (accidente cerebrovascular). También puede ocasionar un incremento en el consumo de purinas que de no ser bien metabolizadas o incluidas en una dieta sana, puede elevarnos el ácido úrico en sangre y producirnos, entre otras cosas, problemas articulares.

Por otro lado, como todo alimento proteico, un consumo excesivo de carnes rojas puede representar una ingesta excesiva de proteínas y ello, una sobrecarga renal así como la acidificación del medio interno que ocasione problemas hepáticos, renales y óseos al mismo tiempo, pero siempre superando los 3 gramos de proteínas por kilo de peso por día.

¿Cuál es el consumo adecuado?

Un consumo apropiado de carne roja no supera las 2 raciones diarias y hacerlo con una frecuencia de dos a tres veces por semana. Estas raciones deben ir acompañadas de frutas y verduras, agua y otros alimentos así como hábitos saludables.

Podemos obtener carnes rojas magras de animales como la ternera, vaca, cerdo o cordero, siendo los cortes más apropiados el lomo, solomillo, contra, vacío, pierna y paleta.

Al momento de cocinar, además de escoger la carne roja adecuada, es recomendable usar métodos de cocción cuya temperatura sea moderada pues la cocción a temperatura elevada y fuego directo puede dar origen al quemado de la carne, originando sustancias tóxicas.

Carne blanca

Las carnes blancas tienen un color rosado o blanquecino en crudo debido a que cuentan con reducidas proporciones de mioglobina en su interior. Erróneamente, muchas veces consideramos que las carnes blancas son las derivadas de las aves, siendo el conejo el gran excluido de este grupo cuando si se lo considera carne blanca, y al avestruz por ejemplo, carne roja.

Propiedades y beneficios

Aunque en términos de proteínas las carnes blancas pueden tener una calidad ligeramente inferior, pueden concentrar igual o más cantidad que las carnes rojas de este nutriente dependiendo del corte elegido, alcanzando el 28% de contenido proteico.

Si bien se cree que son mucho más magras que las rojas, las carnes blancas pueden concentrar entre 1 y 30% de grasa dependiendo de la alternativa elegida y de la forma de cocción. Al igual que las carnes rojas, sus nutrientes energéticos son proteínas y grasas únicamente.

Estos macronutrientes se acompañan de potasio, fósforo, yodo, zinc, vitaminas varias, hierro en menor cantidad que en carnes rojas y colesterol en proporciones que van desde los 40 hasta los 80 mg por cada 100 gramos.

Poseen un bajo contenido en purinas en comparación con las carnes rojas y por ello son ideales para los que lleven una dieta blanda, pues son más fáciles de digerir, sobre todo, si escogemos opciones bajas en grasas.

Los peligros de su exceso

Las carnes blancas son las más recomendadas al momento de reducir grasas en la dieta y cuidar la figura, sin embargo, no todas las carnes blancas son igual de sanas sino que dependerá del corte escogido y de si retiramos o no la piel de las aves que pueden contener alto contenido graso y de colesterol.

Si abusamos de las carnes blancas podemos excedernos en proteínas y sufrir la misma consecuencia que con las carnes rojas: problemas renales y hepáticos sobre todo, así como un incremento en la excreción de calcio por orina que culmina afectando negativamente nuestra salud ósea.

Para pasarnos de grasas y colesterol, deberíamos superar las dos raciones diarias los siete días de la semana para sufrir estas consecuencias y superar en total con la dieta, los 3 gramos de proteína por kilo de peso por día.

¿Cuál es el consumo adecuado?

Lo más recomendable en la dieta es consumir carnes blancas de manera alternada a las carnes rojas, es decir, ingerir dos o tres veces por semana en raciones que no superen los 350 gramos diarios y en el marco de una dieta sana, junto a frutas y verduras varias, agua y otros alimentos de calidad.

Podemos encontrar carnes blancas en aves como el pollo y el pavo, u otras menos comunes como el faisán o el pato. Asimismo, en esta categoría suele incluirse el conejo a pesar de no ser un ave.

Recomendamos también su cocción a temperatura moderada con métodos como el salteado, a la plancha -pero sin quemar-, hervido o al vapor y siempre escoger opciones magras como son las pechugas, retirando grasa visible antes de cocinar.

Carnes rojas o blancas, ¿cuál escoger?

Al comparar carnes rojas y blancas podemos ver que ambas tienen sus ventajas y desventajas, por lo que no hay una opción mejor que otra, sino que lo importante es realizar un consumo moderado de ambas, incluyéndolas en el marco de una dieta sana y siempre escogiendo alternativas magras, tanto de carnes rojas como blancas.

Ni las carnes rojas son un demonio nutricional ni las blancas la mejor alternativa, sino que todo dependerá del corte escogido y de la forma en cómo las incluyamos en nuestra dieta habitual.


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Fuente: Vitónica

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