Ser fitness implica, no solo dedicar una parte de nuestro tiempo a una actividad saludable, también conlleva plantearse retos, sobreponerse a dificultades o conseguir objetivos que hace tiempo nos parecían inalcanzables.
Uno de los falsos mitos que ha rodeado al deporte durante muchos años ha sido que este tenía una etapa de caducidad en nuestra vida. Eso quiere decir que a medida que nos acercamos a los 40, es preferible dedicarnos a otras actividades “más tranquilas”. Afortunadamente, la fisiología del ejercicio nos indica que nuestro posible declive físico está relacionado con factores atribuibles a la edad y también con nuestro estilo de entrenamiento.
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Rendimiento deportivo
Cuando hablamos de rendimiento deportivo, el ciclo normal es que este mejore de forma sustancial durante 10 años, desde que finaliza la adolescencia hasta aproximadamente los 30 años, edad en la que, dependiendo de la especialidad deportiva, se alcanza el pico máximo de rendimiento a nivel fisiológico. A partir de ahí, se produce un declive, en principio muy lento, a veces tan imperceptible que se puede enmascarar o revertir con otras cualidades como la experiencia, un mejor autoconocimiento, entrenamientos más efectivos, etc.
A partir de los 40 esa tendencia a la baja se hace más evidente. Si el motivo por el que haces deporte de forma regular es porque quieres vivir una vida larga y saludable, realmente no te preocupará en absoluto tener menos capacidad aeróbica o unos músculos no tan firmes como hace unos años.
Sin embargo, debes saber que la edad simplemente es un dato biográfico a tener en cuenta ya que las personas solo envejecen cuando se acomodan y dejan que su entorno les dicte lo que tiene que ocurrir en sus vidas. No obstante, es innegable que el paso de los años tiene una serie de efectos sobre la fisiología de un deportista, siendo los más importantes los siguientes:
- Disminución de la capacidad aeróbica (VO2max)
- Reducción de la frecuencia cardíaca máxima
- Disminución del volumen de sangre bombeada en cada latido del corazón
- Pérdida de fibras musculares que provoca disminución de la masa muscular y la fuerza
- Pérdida de la cantidad de enzimas musculares
- Reducción del volumen sanguíneo
Claves de entrenamiento
#1 Disminuye el volumen total de entrenamiento pero mantén la intensidad, sobre todo el entrenamiento interválico de alta intensidad, para minimizar la pérdida de capacidad aeróbica.
#2 Encuentra el tipo de entrenamiento que necesitas así como el top de los ejercicios indispensables en la nota que te compartimos en FitWorld hace unas semanas.
#3 En tus entrenamientos, intercala días de intensidad con otros más fáciles, para facilitar la recuperación y minimizar el riesgo de lesiones.
#4 Trabaja la fuerza a lo largo de todo el año. En períodos en los que hagas más entrenamiento aeróbico, puedes completar este con trabajo de fuerza-resistencia (más repeticiones con poco peso) y en fases de menos carga aeróbica o descanso, introducir trabajo de fuerza más intenso, con más carga y menos repeticiones para paliar la pérdida de masa muscular y aumentar la resistencia de tu sistema óseo.
#5 Si para cualquier deportista el descanso y la recuperación forma parte del proceso de entrenamiento, a más edad, la recuperación se convierte en fundamental. Recuerda que el mejor recuperador es un sueño de calidad y en cantidad suficiente.
#6 Cuida tu alimentación y presta especial atención al aporte de proteínas en tu dieta, sobre todo después de tus entrenamientos y antes de dormir.
¡Mándanos un correo electrónico a pontefit@fitworld.mx y te apoyamos en lograr tus metas! ¡#PonteFit, En forma!
Fuente: Sportlife