El cuerpo de la mujer y el deporte

Actualmente las mujeres han superado muchas de las barreras sociales y culturales que las mantenían alejadas del entrenamiento deportivo. Este hecho les ha permitido alcanzar altas cotas de rendimiento y de mejora en sus niveles de condición física.

No obstante, no significa que mujeres y hombres sean iguales en el deporte. La ciencia explicita algunas peculiaridades que las mujeres deben tener en cuenta a la hora de entrenar.

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¿Cómo es la anatomía de una mujer deportista?

Existen diferencias en la estructura anatómica femenina que influyen en la práctica deportiva.

En general, las mujeres cuentan con una menor talla y peso que los hombres de la misma edad. Su composición corporal se diferencia de la de los hombres, sobretodo en la distribución de la grasa corporal, que se acumula en las mujeres con mayor proporción en glúteos, caderas y senos, lo que provoca una situación de cierta desventaja para algunas especialidades como la carrera a pie, pero que también puede ser ventajosa en otras como la natación, puesto que mejora la flotabilidad (link nota En que disciplinas..). Sin embargo, el porcentaje de grasa corporal en las mujeres puede disminuir con el entrenamiento (llegando al 11 por ciento,  muy cercano al de los varones), lo que llevado al extremo puede incluso llegar a alterar la función menstrual y repercutir negativamente en su salud.

Por otro lado, la pelvis de la mujer es proporcionalmente más ancha que la del hombre, y también difiere el «ángulo Q», entre la pelvis y el fémur. La pelvis de la mujer está más inclinada hacia adelante que la del hombre, y como resultado aumenta en dirección hacia adelante la curvatura de la columna lumbar. Las mujeres tienen piernas relativamente más cortas que los hombres y, por lo tanto, un centro de gravedad más bajo. También tienden a tener mayor flexibilidad articular.

Adaptaciones cardiovasculares

Los hombres, debido a su mayor tamaño corporal, tienden a tener los pulmones y  el  corazón más grandes que las mujeres (en especial el ventrículo izquierdo) y mayores volúmenes sanguíneos. El consumo  máximo de oxígeno (VO2máx) es aproximadamente un 20 por ciento menor en una mujer que en un hombre con el mismo peso corporal. Cuando se calculan los valores de VO2 máx. por kg de peso corporal magro (o masa libre de grasa), aún persiste una diferencia de casi el 10 por ciento, a favor de los hombres sobre las mujeres.

Estas diferencias  se  traducen en que a una misma intensidad de esfuerzo, las mujeres tienen una frecuencia cardíaca más alta. Esto las coloca en desventaja, ya que transportan una menor cantidad de oxígeno a los músculos activos durante ejercicios intensos.

La fuerza muscular

Generalmente, las mujeres tienen casi dos tercios de la fuerza de los hombres. Esta fracción varía en función de los grupos musculares y del uso que les dan, siendo mayor en las piernas y menor en los brazos. No obstante, no existen evidencias de un efecto del género sobre los tipos de fibra muscular. Es decir: los músculos de hombres y mujeres son iguales en su composición. Las diferencias de fuerza entre ambos géneros vienen determinadas por el mayor tamaño relativo de la musculatura de los hombres, que tiene un origen hormonal. El entorno hormonal masculino es más favorable para la creación de masa muscular.

No obstante, las adaptaciones musculares de las mujeres en respuesta a los programas de entrenamiento de fuerza, son similares a las de los hombres. A pesar de los menores niveles de testosterona, las mujeres pueden lograr un gran incremento de la fuerza, entre un 20 y un 40 por ciento, similar al que pueden alcanzar los hombres. La diferencia radica en que ellos parten de unos niveles superiores.

Adaptaciones metabólicas

En ejercicios de larga duración y moderada intensidad, la mujer utiliza más el metabolismo de grasas  y menos el de los hidratos de carbono, con igual nivel de entrenamiento. Es posible que estas diferencias estén influenciadas por la presencia de distintas hormonas como son los estrógenos, la progesterona, la insulina y la hormona del crecimiento. Utilizar las grasas como combustible podría favorecerlas en las largas distancias, dado que se trata del único recurso energético casi ilimitado de su organismo, y contribuiría a explicar por qué las diferencias entre las marcas de hombres y mujeres se ven más reducidas cuanto más prolongada es la prueba.

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Fuente: Sportlife

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