Caminar, correr, montar en bicicleta, nadar, entrenamientos con intervalos de alta intensidad y ejercicios para mejorar la resistencia y la fuerza han demostrado su eficacia para bajar la presión arterial.
Cada vez son más los motivos para practicar algún tipo de deporte si sufres de hipertensión. El último tiene que ver con una investigación a cargo de expertos de la London School of Economics and Political Science que otorgan la misma eficacia al ejercicio físico para luchar contra la hipertensión que los fármacos prescritos para tal efecto.
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Los resultados del estudio, publicados en la revista médica British Journal of Sports Medicine, confirman que, si bien los pacientes que sufren esta patología no deben abandonar su medicación, si es muy recomendable que incluyan entre sus hábitos caminar, correr, montar en bicicleta, nadar, entrenamientos con intervalos de alta intensidad o ejercicios para mejorar la resistencia y la fuerza, entre otros.
El ejercicio puede disminuir la presión arterial sistólica, la cantidad de presión en las arterias cuando el corazón está latiendo, y que se expresa como el número más alto en cualquier lectura de presión arterial. Sin embargo, lo que no está claro es cómo se compara el ejercicio con los medicamentos para bajar la presión arterial, de los cuales existen varios tipos, ya que no se han llevado a cabo ensayos clínicos directos de unas personas con otras.
Para solucionar esto, los científicos agruparon los datos de 194 ensayos clínicos que analizan el impacto de los fármacos en la reducción de la presión arterial sistólica y 197 ensayos que evalúan el impacto del ejercicio estructurado e involucran a un total de 39.742 personas.
El ejercicio estructurado se clasificó como: resistencia, que incluye caminar, trotar, correr, montar en bicicleta y nadar, y entrenamiento de intervalos de alta intensidad; resistencia dinámica, que incluye entrenamiento de fuerza, por ejemplo, con mancuernas; resistencia isométrica, como el ‘push-up’ estático (tabla); y una combinación de resistencia y fuerza.
Se realizaron tres series de análisis: todos los tipos de ejercicio en comparación con todas las clases de medicamentos para bajar la presión arterial; distintos tipos de ejercicio en comparación con diferentes tipos de fármacos; y distintas intensidades de actividad física frente a diversas dosis de medicamentos. Y finalmente, se repitieron estos análisis, pero en un grupo de ensayos de ejercicio que incluyeron solo participantes con presión arterial alta, ya que la mayoría de estos ensayos fueron de participantes jóvenes y saludables con presión arterial normal.
Mayor efectividad del ejercicio en pacientes con presión arterial más alta
Los resultados mostraron que la presión arterial era menor en las personas tratadas con medicamentos que en las que seguían programas de ejercicio estructurado. Pero cuando los análisis se limitaron a aquellos con presión arterial alta, el ejercicio parecía ser tan efectivo como la mayoría de los medicamentos. Además, la efectividad del ejercicio aumenta cuanto más alto es el umbral utilizado para definir la presión arterial alta, es decir, cualquier valor por encima de 140 mm Hg.
Los investigadores también encontraron “pruebas convincentes de que la combinación de la resistencia y el entrenamiento dinámico de la resistencia fue eficaz para reducir la presión arterial sistólica”. Pero los ensayos de ejercicios estructurados fueron menos y más pequeños que los de los medicamentos, advierten.
Los investigadores señalan que las recetas de medicamentos para bajar la presión arterial han aumentado considerablemente en los últimos años. Por ejemplo, solo en Inglaterra, el número de adultos prescritos aumentó un 50 por ciento entre 2006 y 2016. Es probable que esta tendencia continúe, dicen los autores, dado que las principales guías de práctica clínica han reducido recientemente el umbral de presión arterial sistólica alta a 130 mm Hg.
Pero sustituir el ejercicio por fármacos puede ser difícil, ya que las personas con presión arterial alta a menudo tienen varias afecciones desde hace tiempo, y se estima que el 40 por ciento de los adultos en Estados Unidos y muchos países europeos está físicamente inactivo, dicen los autores.
“No creemos, sobre la base de nuestro estudio, que los pacientes deban dejar de tomar sus medicamentos antihipertensivos”, señala Naci en un podcast vinculado. “Pero esperamos que nuestros hallazgos aporten información a las discusiones basadas en la evidencia entre los clínicos y sus pacientes”, agrega.
En cuanto a si los médicos deben entregar las prescripciones para hacer ejercicio a los pacientes con presión arterial alta, hay algunos aspectos a considerar.
“Una cosa es recomendar que los médicos comiencen a prescribir ejercicios a sus pacientes, pero también debemos ser conscientes de las implicaciones de los recursos y asegurar que los pacientes que han sido derivados a intervenciones de ejercicios puedan adherirse a ellos y realmente obtengan beneficios”, enfatizan los autores de la investigación.
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Fuente: As