El ejercicio una herramienta para combatir la depresión

La depresión es un problema de salud pública en nuestro país y en el mundo entero, de hecho en la actualidad es una de las tres primeras causas de discapacidad en el mundo. En 2030, según la Organización Mundial de Salud (OMS), podría convertirse en la primera causa. Y cada día son más personas (hombres y mujeres) las que presentan síntomas de depresión ya sea por problemas familiares, económicos, laborales, entre muchos otros.

Y a pesar de que existen muchos tratamientos para tratar la depresión tanto a nivel emocional con apoyo de un psicólogo, como a nivel químico a través de medicamentos (psiquiatra), lo cierto es que el ejercicio también tiene una gran potencia en el tratamiento de esta terrible enfermedad.

Aunque a la fecha no existe un consenso respecto a cuál es el tipo más adecuado o la intensidad, mejora a todos los niveles: aumenta los niveles de endorfinas, mejora la autoestima, la planificación, ayuda a centrarse, mejora el humor y el contacto social.

De acuerdo con especialistas, la depresión está muy marcada en la tercera edad y hay un riesgo de que se convierta en la primera causa de discapacidad en los años venideros. Se trata de un trastorno del ánimo, pierdes el deseo de hacer cosas, estás triste y hay una falta de autoestima. La ansiedad cursa con muchos síntomas físicos tales como taquicardia, palpitaciones, presión en el pecho, temblores.

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Una medicina al alcance de todos

Algunas investigaciones demuestran que la actividad física, como las caminatas regulares —no solo los programas de ejercicio formales—, puede ayudar a mejorar el ánimo. La actividad física y el ejercicio no son lo mismo, pero ambos son beneficiosos para la salud.

La “actividad física” es cualquier actividad que hace trabajar los músculos y requiere energía, como el trabajo, las tareas domésticas o las actividades recreativas.

El “ejercicio” es un movimiento corporal planificado, estructurado y repetitivo para mejorar o mantener el estado físico.

La palabra “ejercicio” puede hacerte pensar en correr por el gimnasio. Pero el ejercicio incluye una gran variedad de actividades que aumentan el nivel de actividad para ayudarte a sentirte mejor.

Otras actividades como correr, levantar pesas, jugar al básquetbol y otros ejercicios físicos que hacen que el corazón bombee más sin duda pueden ser útiles. Pero también puede serlo la actividad física, como hacer tareas de jardinería, lavar el automóvil, dar una vuelta a la manzana o practicar otras actividades menos intensas. Toda actividad física que te levante del sillón y haga que te muevas puede mejorar tu estado de ánimo.

No es necesario hacer todo el ejercicio u otra actividad física de una sola vez. Piensa en el ejercicio de otra manera y busca formas de agregar pequeñas cantidades de actividad a lo largo del día. Por ejemplo, usa las escaleras en lugar del ascensor. Estaciona un poco más lejos del trabajo para hacer una caminata corta. Si vives cerca del trabajo, considera ir en bicicleta.

¿Cuánto es suficiente?

Hacer al menos 30 minutos de ejercicio por día entre tres y cinco veces por semana puede mejorar de forma considerable los síntomas de depresión o de ansiedad. No obstante, las sesiones más breves de actividad física —entre 10 y 15 minutos cada una— puede marcar la diferencia. Mejorar tu estado de ánimo puede llevar menos tiempo de entrenamiento si haces actividades más intensas, como correr o andar en bicicleta.

Los beneficios de la actividad física para la salud mental perdurarán solo si los mantienes a largo plazo; este es otro motivo por el cual debes buscar actividades que disfrutes.

¿Cómo puedo comenzar y mantener la motivación?

Comenzar una rutina de ejercicios o actividad física regular y mantenerla puede ser difícil. Las medidas que se mencionan a continuación pueden ayudar:

  • Identifica qué disfrutas hacer. Descubre qué tipo de actividad física es más probable que hagas, y piensa cuándo y cómo sería más probable que la lleves a cabo. Por ejemplo, ¿sería más probable que te dediques a la jardinería por la noche, que comiences el día con un trote, o que pasees en bicicleta o juegues al básquetbol con tus hijos después de la escuela? Haz algo que disfrutes para que puedas cumplirlo.
  • Habla con el médico o con el profesional de salud mental para que te guíe y te apoye. Habla sobre un programa de ejercicios o de actividad física, y cómo se adaptaría a tu plan de tratamiento general.
  • Fija metas razonables. Tu objetivo no tiene que ser caminar durante una hora cincos días por semana. Piensa de forma realista acerca de lo que puedes hacer y comienza progresivamente. Ajusta el plan a tus propias necesidades y capacidades, en lugar de fijar pautas poco realistas y que, probablemente, no cumplas.
  • No pienses en el ejercicio o en la actividad física como si fuera una tarea. Si ejercitarse es solo otro «deber» en tu vida que piensas que no cumples, lo asociarás al fracaso. En cambio, piensa en tu plan de ejercicio o de actividad física del mismo modo que piensas en tus sesiones de terapia o tus medicamentos: como una de las herramientas que te ayudan a mejorar.
  • Analiza tus obstáculos. Descubre qué te impide estar activo físicamente o ejercitarte. Por ejemplo, si te sientes avergonzado, quizá desees hacer ejercicio en casa. Si cumples objetivos mejor con un compañero, busca a un amigo para hacer ejercicio o a alguien que disfrute las mismas actividades que tú. Si no tienes dinero para gastar en un equipo para hacer ejercicio, haz algo gratuito, como caminar en forma regular. Si piensas en lo que te impide estar activo físicamente o ejercitarte, es probable que puedas encontrar una solución alternativa.
  • Prepárate para los contratiempos y los obstáculos. Date crédito por cada paso que des en la dirección correcta, sin importar cuán pequeño sea. Si no haces ejercicio un día, eso no significa que no puedas mantener una rutina de ejercicios ni que puedas abandonarla. Simplemente inténtalo de nuevo al día siguiente. Cúmplelo.

¿Debo ver a mi médico?

Consulta con el médico antes de comenzar un nuevo programa de ejercicios para asegurarte de que es seguro para ti. Habla con tu doctor para descubrir el tipo de actividad, la cantidad de ejercicio y el nivel de intensidad adecuados para ti. Tu médico tendrá en cuenta los medicamentos que tomas y las afecciones que presentas. También puede darte recomendaciones útiles sobre cómo comenzar y mantenerte motivado.


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Fuente: Cadena Ser  / Mayo Clinic

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