¿Qué es la Crononutrición?

¿De dónde viene?

La Crononutrición surge en 1986 de las manos de un doctor llamado Alain Delabos, bajo la filosofía de alimentarse siguiendo nuestro reloj biológico y la idea de que no se asimilan de la misma manera los alimentos consumidos en una hora o en otra. Es una disciplina emergente que se basa en la estrecha relación que existe entre nuestro metabolismo y el reloj circadiano interno, usando su estudio en beneficio de la salud, para revertir o prevenir enfermedades.

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Cronutrición y salud

La crononutrición es la ciencia que concluye que la alteración de nuestros ritmos circadianos puede afectar nuestro estado nutricional y conducir a la obesidad y síndrome metabólico principalmente. De igual forma, basar nuestros hábitos en nuestro reloj interno podría ser de ayuda para perder peso y cuidar la salud.

De esta manera, una dieta excesiva, desordenada o períodos de ayuno prolongados más allá de lo habitual, así como aperitivos nocturnos en horarios en que ya nuestro reloj interno nos indica que deberíamos estar durmiendo pueden alterar ritmos circadianos y llevarnos, con el tiempo, a desórdenes metabólicos.

También determinados nutrientes pueden afectar el funcionamiento del reloj biológico. Una dieta alta en grasa, carbohidratos de elevado índice glucémico, exceso de sal y cafeína, son los principales componentes que pueden modificar los mismos, mientras que el resveratrol, un antioxidante potente propio del vino tinto y otros alimentos más sanos los restablece, según señala una investigación publicada en la revista Current Nutrition Reports.

El reloj interno de cada organismo no sólo determina cuando debemos dormir, digerir y absorber nutrientes, sino que además, regula el balance energético del organismo afectando el almacenamiento y oxidación de grasas, de allí que algunos nutrientes que influyen considerablemente en la secreción de hormonas así como los tiempos de las ingestas puedan afectar nuestros ritmos biológicos.

La falta de sueño que no respeta ritmos biológicos puede incentivar el consumo de alimentos y alterar la calidad de la dieta, afectando de esta forma todo el metabolismo y colocando en riesgo la salud. También los trabajos nocturnos -que van al revés de lo que el reloj interno de los humanos indica- pueden afectar el metabolismo y alterar hormonas de hambre y saciedad que nos empujan a comer más y peor.

Cómo aplicar la crononutrición en nuestra vida diaria

Respetar los relojes internos del organismo implica, entre otras cosas, aprender a distinguir hambre de apetito y a ser conscientes de lo que el cuerpo necesita.

Es claro que si sabemos cuándo tenemos hambre realmente, comeremos acorde a nuestro reloj interno, es decir, sólo cuando de verdad falten nutrientes y energía en el organismo.

Pero además de ser más conscientes de nuestras necesidades y de aprender a escuchar al cuerpo, puede ser de mucha ayuda mantener horarios regulares de comidas, de manera que el cuerpo sincronice relojes con nuestras ingestas, así como también, irnos a dormir a una misma hora.

Evitar largos períodos de ayuno y comer más en las primeras horas del día también serían consejos para aplicar la crononutrición en nuestra vida diaria, aunque sabemos que esto puede cambiar acorde a nuestro nivel de actividad física y la rutina que seguimos.

Otro aspecto clave sería dormir lo suficiente, pudiendo no ser necesario un sueño de 8 horas diarias dependiendo de cada persona y de la calidad de nuestro descanso.

Llevar una dieta equilibrada y saludable, es decir, con buenos nutrientes y sin excesos es también de mucha ayuda para que nuestro reloj interno no se vea alterado por un excesivo consumo de azúcares o hidratos de fácil absorción.

Por último, debemos saber que aunque nuestros relojes internos van de la mano de los ciclos ambientales, siempre es posible ajustar los mismos acorde a nuevas rutinas, hábitos o actividades diarias. Sólo tenemos que ser conscientes de esos cambios y controlar al máximo hábitos para que nuestra salud no sea la principal perjudicada.


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Fuente: Vitónica

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