La anemia es un conjunto de síntomas de los que se debe de investigar si son causados por alguna enfermedad.
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¿Qué es la anemia?
Se denomina síndrome anémico a la disminución de los niveles de hemoglobina/hematocrito por debajo de un dintel crítico que afecta al normal transporte de oxígeno hacia los tejidos y la eliminación de CO2 por parte de los mismos. Esto es vital para que un ser humano obtenga la energía necesaria que consume a lo largo del día, aún más acusado ante un esfuerzo o ejercicio físico.
¿Cómo afecta al deportista?
Para un deportista, la anemia supone un incremento del trabajo cardíaco con el objetivo de suplir esta deficiencia, lo que se traduce tanto en un aumento de la sensación de cansancio ante un ejercicio físico como en una disminución de su capacidad de recuperación tras el esfuerzo.
Según datos publicados por la Sociedad Norteamericana de Hematología, la incidencia de anemia en el deportista no es mayor que en la población sedentaria, pero debido a la afectación en el rendimiento físico, se detecta con más facilidad.
En algunos deportistas, pueden presentarse niveles de hemoglobina y hematocrito más bajos de lo que se considera normal. Esto se debe a que el volumen plasmático de un deportista puede llegar a incrementarse hasta en un 20 por ciento sobre los niveles normales, lo que hace que las células sanguíneas se encuentren diluidas en más líquido, sin perder su capacidad normal de transporte de oxígeno a los tejidos. Este fenómeno se conoce como “falsa anemia” y por supuesto no requiere tratamiento alguno.
La anemia ferropénica
Tal y como hemos mencionado, la incidencia de anemia en el deportista es igual a la de la población sedentaria. En cambio sí que se ha detectado una mayor incidencia en lo que se conoce como anemia ferropénica. Esto se debe a varios factores:
Por un lado, el ejercicio aumenta las necesidades de hierro y por otro, la absorción del hierro en la primera porción del intestino delgado puede verse disminuida como consecuencia de un trabajo muscular intenso al incrementarse el tránsito digestivo. Además, en las mujeres puede producirse una mayor menstruación a consecuencia de la actividad hormonal estrogénica.
Es importante tener en cuenta que el efecto nutricional es crucial para el desarrollo de este tipo de anemia. Algunos deportistas de resistencia abusan de los hidratos de carbono en detrimento de la ingesta de proteínas de origen animal, en las que se encuentra el hierro con mayor biodisponibilidad, lo que podría precipitar el desencadenamiento de una ferropenia y la consecuente anemia por déficit de hierro.
¿Quiénes están más expuestos a padecer anemia?
Quizás la población más susceptible son los deportistas que no obtienen a través de la dieta un aporte de hierro adecuado a sus necesidades aumentadas por el ejercicio. Se acentúa especialmente en el caso de los deportistas veganos, en los que esta deficiencia puede venir acompañada de otros déficits, como son el de ácido fólico o vitamina B12, agravando la anemia.
Es frecuente, también, entre los deportistas de fondo ya que realizan esfuerzos más prolongados, que por un lado aumentan en mayor medida las necesidades de hierro y por otro dificultan su absorción.
Por último, las mujeres pierden hierro en el proceso fisiológico natural de la menstruación, por lo que están más expuestas a este problema si no realizan adecuadamente su reposición. De este modo, podríamos establecer que una mujer en edad fértil, vegana y que realiza deporte de fondo es el perfil típico de padecer anemia ferropénica.
Señales de alarma
El síntoma principal que produce la anemia es el cansancio. Otros pacientes padecen dolor de cabeza, molestias articulares, visión borrosa, silbidos en los oídos o cambios frecuentes de humor con tendencia a la irritabilidad.
Entre los signos más frecuentes nos encontramos con una extrema palidez, la caída excesiva de pelo o las uñas quebradizas, el aumento de frecuencia cardíaca y respiratoria o la bajada de cifras tensionales que pueden llevar a la pérdida de conocimiento momentánea del paciente, lo que se conoce como un síncope.
En el caso particular del deportista, podemos decir que en caso de sufrir fatiga, cansancio o disminución del rendimiento ante un ejercicio físico que previamente podía realizarse sin problema alguno, es importante que acuda a su médico lo antes posible para que realice las pruebas diagnósticas clínicas y analíticas oportunas o, en caso necesario, pueda derivarlo un hematólogo para que complete el estudio diagnóstico y optimice el tratamiento.
Prevención de la anemia
Compensar las pérdidas y dificultades en la absorción del hierro derivadas de la práctica deportiva
Es necesario aumentar la cantidad de hierro a digerir en la dieta, intentando evitar interacciones con alimentos que alteren su absorción por el intestino.
Dentro de la dieta podemos distinguir dos tipos de hierro en función de su capacidad de captación por el duodeno: el hierro hemínico, que es el hierro presente en las proteínas de las carnes rojas, marisco y huevo. Esta formulación de hierro en forma ferrosa es la que mayor capacidad de absorción intestinal presenta, mientras el hierro no hemínico, que es el que se encuentra principalmente en las verduras y frutos secos, se encuentra en disposición férrica y es el que menor capacidad de absorción duodenal tiene.
En otras palabras, en deportistas y en grupos de riesgo, es básico implementar la dieta diaria con alimentos ricos en hierro hemínico: carnes rojas (carne de ternera, conejo…), pescado, marisco y clara de huevo.
Tomar vitamina C
La absorción del hierro mejora cuando la dieta se suplementa con vitamina C (jugo de naranja o limón, kiwi, piña…) o un suplemento nutricional.
Evitar los alimentos que destruyen el hierro
Algunos alimentos de origen vegetal como cereales, café, té o vegetales con fibra, pueden reaccionar con el hierro de la dieta formando compuestos insolubles que no pueden atravesar la barrera intestinal duodenal. Así, por ejemplo, se recomienda separar la toma de alimentos ricos en hierro de la ingesta de cereales, café, té o vegetales ricos en fibra.
Los tratamientos más eficaces
Cuando el médico detecta una deficiencia -aparte de incrementar alimentos con hierro en tu dieta diaria- puede recetar formulaciones de hierro oral como tratamiento suplementario. En general, es importante tomar el hierro con el estómago vacío, una hora y media antes de cada comida, y acompañado de por ejemplo un jugo de naranja, que es rico en vitamina C y que por tanto facilita su absorción intestinal.
En pacientes en los que este tratamiento no sea efectivo, bien porque presenten un defecto de absorción del hierro oral o tengan intolerancia al mismo, existen moléculas eficaces de hierro para su administración a nivel intravenoso.
No está de más recordar que el hierro debe tomarse siempre bajo supervisión médica. Tomado sin control puede ocasionar serios problemas de salud, ya que a las alteraciones digestivas que provoca se acompaña de riesgo de acumulación tóxica en ciertos órganos como el corazón, hígado, páncreas o riñón, produciendo lo que se conoce como hemocromatosis secundaria.
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Fuente: Sportlife