Silvino Cubesare Quimare es un campesino de ascendencia rarámuri que nació en un rancho, donde para ir de un pueblo a otro tardaba -entre caminar, trotar y correr- de cuatro a cinco horas.
Este corredor y ultramaratonista de la Sierra Tarahumara se inició a los 18 años, cuando participó en una carrera de bola de 24 horas, donde los participantes apostaron dinero, y él fue quien triunfó. Recuerda que “me dieron dinero como para vivir una tres semanas, y entonces descubrí de dónde iba a vivir y me dediqué a las carreras de montaña”.
A los 26 años se subió por primera vez a un avión que lo llevó rumbo a Austria a competir con su atuendo atlético: una camisola amplia de mangas largas, un trapo de manta envuelto en la cintura y unos huaraches de correa.
“Cuando me subí al avión me dio miedo porque me dijeron que iban a ser muchas horas para cruzar el mar. También me acordé de cuando niño veía pasar los aviones por el cielo de mi rancho y me decía que algún día me subiría a uno”, compartió.
Llegando a Austria le dijeron que se pusiera unos tenis, porque si no lo hacía, no iba a competir. Adaptarse al calzado deportivo no le fue tan difícil, porque antes de ello llegaron unos americanos que le regalaron un par, así que más o menos sus pies sabían cómo comportarse. Pese a ser un triunfador, no cuenta con patrocinadores ni con marca alguna que lo apoye.
“Mis únicos patrocinadores son los organizadores que me pagan boleto de avión, hotel y transporte, además de una compensación por correr”, agregó.
Silvino ha participado dos veces en el Maratón de la Ciudad de México, pero no le agrada porque el pavimento le resulta difícil, siente más duro el golpeteo de sus pies con el asfalto y por ello prefiere correr entre veredas, barrancas y riscos.
Ha destacado a nivel nacional e internacional por conquistar, entre otros, el primer lugar en los 100 km del ultramaratón de la Ruta Run en Costa Rica en 2012 y 2013; el primer lugar en la categoría senior y el segundo lugar general en los 154 km del Trail Quixote Legend de 2014, que tiene lugar en las sierras de Alcaraz y Segura en Albacete, España; el primer lugar en los 100 km del Ultramaratón de los Cañones en el marco del Festival Internacional de Turismo y Aventura de Chihuahua 2014, efectuado en Guachochi; el primer lugar en los 110 km del Gran Trail Peñalara 2015, organizado por la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara en Madrid, España y una medalla de bronce en los Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas 2015.
Este triunfador rarámuri ha sido portada de la revista Runner’s World, una de las principales publicaciones sobre atletismo; fue señalado por la revista Quién entre los 50 personajes que «mueven a México» en 2014; y además recibió un reconocimiento de manos del presidente Enrique Peña Nieto en el marco del Día Internacional de Pueblos Indígenas en 2014. También se le conoce por ser uno de los protagonistas del best seller Born to Run (Nacidos para correr) de Christopher MacDougall, junto a su tío Arnulfo Quimare y el corredor estadounidense Michael Randall Hickman, en el que se describen las condiciones en que viven estos corredores innatos.
El ultracorredor de montaña mexicano, quien ahora tiene 39 años, ha sido invitado al primer Sky Running Series México, circuito puntuable mundial de carreras de ultradistancia en cordilleras, que iniciará el próximo 26 de marzo en Malinalco, Estado de México.
Las claves de los corredores Tarahumara
Así como la tierra de los velocistas es Jamaica, la de los maratonistas es Kenia, la de los corredores de ultradistancia tranquilamente podría ser la Sierra Tarahumara de nuestro país.
#1 Correr es parte de su hábito y filosofía de vida. No corren por necesidad de un cuerpo esbelto o para reducir el estrés. Corren porque es su modo natural de trasladarse y de llegar a otros lugares. Lo difícil de acceder a las sierras y lo inhóspito del terreno, los ha mantenido “a salvo” de la invasión de modernidad a diferencia de otros lugares.
#2 No usan ropa “técnica”. Nada de calzado deportivo. Desde niños corren con sus “huaraches”; las sandalias que ellos mismos fabrican. Tampoco usan relojes ni pulsómetros de ningún tipo
#3 No entrenan de la manera en lo que lo hacen muchos corredores. Se corre porque es parte del día a día. No existen los entrenadores, ni las dietas ni los gimnasios. Correr es hasta parte de su cultura, de sus juegos y celebraciones.
#4 Parecen inmunes a muchas de las enfermedades que asolan el planeta. Quizás el “secreto” radique en la combinación de su vida físicamente activa y su alimentación. El maíz es la base de su dieta, casi totalmente natural y sin aditivos artificiales. Por ejemplo, sería imposible encontrar un frasco de mayonesa en una casa tarahumara.
#5 Además de correr, siembran. Arar, cazar o tirar de una yunta de bueyes es su propio “gimnasio”. Y si no cultivan, no comen.
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Fuente: Notimex